HECHOS QUE MARCAN NUESTRA HISTORIA

Félix y Ticha junto a su hija Patricia

 

ASESINATO DE 4 DIRIGENTES CAMPESINOS.

 

Un 29 de septiembre de 1979, fueron asesinados 4 importantes dirigentes de la Federación de Trabajadores del Campo, FTC, conformada por la Federación Cristiana de Campesinos Salvadoreños, FECCAS y la Unión de Trabajadores del Campo, UTC, miembros del Bloque Popular Revolucionario, los hechos fueron confusos, según la versión policial, más tarde se descubriría a través de sendos comunicados de organizaciones de derechos humanos y populares que fueron elementos de Caballería en coordinación con cuerpos policiales que asesinaron a los dirigentes campesinos.

 


“Ticha” Puertas y Felix García, originarios de El Paisnal, catequistas, colaboradores del Padre Rutilio Grande, fueron asesinados junto a Chepe López y Apolinario Serrano, por miembros del ejercito y la Guardia Nacional cuando se conducían de desempeñar sus labores con el Arzobispado de San Salvador, desde Santa Ana a San Salvador. Fueron interceptados a la altura del cuartel de caballería, donde fueron capturados y posteriormente torturados y asesinados. Su memoria y ejemplo de lucha libertadora, se conmemora todos los años en la Comunidad Las Araditas de El Paisnal.  
 

ASESINATO DE LAS HERMANAS MARYKNOLL.

 

El 2 de diciembre de 1980, miembros de la Guardia Nacional de El Salvador detuvieron a cuatro religiosas que habían abandonado el Aeropuerto Internacional de Comalapa, las monjas Ita Ford, Maura Clarke, Dorothy Kazel y la misionera Laica Jean Donovan, las mismas fueron conducidas a un lugar aislado, para más tarde ser asesinadas con armas de fuego después de ser violadas. El crimen fue realizado por cinco miembros de la Guardia Nacional.
Las Monjas, así como la seglar pertenecían a las congregaciones de las Hermanas de Maryknoll y las Hermanas Ursulinas de Nueva York, quienes defendian a los Salvadoreños del terror desatado por su gobierno y colaboraban yudando a los refugiados de la guerra civil.

Cada diciembre, la comunidad Ita Maura, del municipio de San Pablo Tacachico, en coordinación con las organizaciones de la localidad, conmemora esta fecha histórica. Por el amor y la entrega de las religiosas con la defensa de las comunidades de refugiados y desplazados por el conflicto armado.

 

Padre Rutilio Grande

 

Nació en El Paisnal, El Salvador, donde en su juventud fue llevado al seminario por el Arzobispo Luis Chávez y González. Estudió en el seminario de San José de la Montaña, en donde comenzó en 1967 su amistad con Romero, otro estudiante del seminario. Mantuvieron esta amistad a través de los años, y en junio de 1970 Grande sirvió como maestro de ceremonias en la instalación de Romero como obispo auxiliar de San Salvador.   

Fue profesor y prefecto de estudios en el seminario San José de la Montaña.  Fue maestro de varios sacerdotes asesinados.  Su amor a trabajar pastoralmente con campesinos lo llevo a pedir ser párroco de la zona de Aguilares, adonde llegó un 24 de septiembre de 1972. Allí fue uno de los jesuitas responsables de establecer las Comunidades Eclesiales de Base (CEB) y de entrenar a los líderes, llamados Delegados de la Palabra.   Este movimiento de organización campesina encontró oposición entre los terratenientes, que lo veían como una amenaza a su poder, y también entre sacerdotes conservadores quienes temían que la iglesia católica llegara a ser controlada por fuerzas políticas izquierdistas.

El Padre Rutilio Grande también desafío al gobierno por su respuesta a acciones que le parecieron destinadas para perseguir a los sacerdotes salvadoreños hasta silenciarlos. El sacerdote colombiano Mario Bernal Londoño, que servía en El Salvador, había sido secuestrado el 28 de enero de 1977 frente al templo Apopa cerca de San Salvador — supuestamente por guerrillas — junto con un miembro de la parroquia, quien salió salvo. Posteriormente el padre Bernal fue expulsado del país por el gobierno. El 13 de febrero de 1977, Grande predicó un sermón que llegó a ser llamado su "sermón de Apopa", denunciando la expulsión del padre Bernal por el gobierno (denuncia que la OEA indicó puede haber provocado el asesinato del padre Grande).

El 12 de marzo, 1977, el padre Grande — acompañado por Manuel Solórzano, de 72 años, y Nelson Rutilio Lemus, de 16 — se conducía en su vehículo para celebrar la misa vespertina en la parroquia de El Paisnal en honor al Patrono San José, cuando fue emboscado y murió ametrallado a manos del ejercito y de cuerpos de la guardia nacional y ORDEN junto a sus 2 acompañantes. Sus restos yacen en la Parroquia de El Paisnal y su asesinato se conmemora cada 12 de marzo por las comunidades y organizaciones locales de El Paisnal y Aguilares.

 

 

 

Masacre Los Hernández en Guazapa

 

El cerro del municipio de Guazapa ubicado al norte de la capital de El Salvador, fue uno de los lugares donde la guerra civil de los años 80, se vivió con mayor intensidad, en esos años de enfrentamientos armados. El Caserío Los Hernández del Cantón Loma de Ramos perdió a 28 de sus miembros en una masacre ejecutada el 7 de julio de 1981.


Las víctimas fueron amarradas de sus brazos y sus pulgares, fueron llevados a las orillas del rio Metayate jurisdicción del municipio de Nueva Concepción del departamento de Chalatenango, donde fueron torturados, golpeados y asesinados. Ahi fueron enterrados en una fosa común.


Según testimonios, las víctimas eran personas civiles sin ninguna vinculación con el ejército o grupos insurgentes, entre ellos iban dos mujeres y un menor de edad con discapacidad mental, quienes fueron sacados de sus viviendas por los llamados escuadrones de la muerte.

 

A peticion de familiares y organizaciones acompañantes, los restos de las víctimas fueron exhumados el año 2003 por un equipo de forences del Instituto Salvadoreño de Medicina Legal y posteriormente fueron trasladados al cementerio viejo de Guazapa, donde ya pueden ser visitados y enflorados por sus familiares. Y a partir del año 2006, los familiares y las comunidades vecinas conmemoran este hecho historico con una misa y un evento en Guazapa.

 
Cada una de las víctimas de la masacre del caserío los Hernández vive en la memoria de su comunidad con la esperanza de que estos hechos sirvan como ejemplo y no se repitan en la historia de las y los salvadoreños, es por ello que familiares y amigos piden al Estado salvadoreño justicia ante los responsables de esta masacre.